Origen

Nací en Lautaro, en la región de la Araucania al sur de Chile. Pertenezco a uno de los pueblos originarios de América Latina que ha querido ser exterminado por los conquistadores y por los gobiernos serviles al poder económico.

El Pueblo Mapuche, durante siglos y hasta nuestros días, continúa defendiendo su tierra, su cultura y el derecho a existir como Nación. Hasta hoy sus reivindicaciones no han sido escuchadas por los diferentes gobiernos y por el contrario, los mapuches que claman sus derechos vitales son considerados por el estado como terroristas.

Foto Carlos Maza

En Chile tener un apellido mapuche representa un motivo de discriminación social.

En los últimos años la escalada de violencia del Estado chileno a la Nación Mapuche no hace más que aumentar, por tal motivo, queriendo rendir homenaje a mis orígenes y evocando nuestra historia ancestral, a partir de la creación de estos Preludios Mapuches he decidido llamarme para siempre: Newen Tahiel que en lengua Mapudungún quiere decir: « La energía del hombre libre ».

Coexistir con los pueblos originarios sin que la sociedad que se dice moderna le quite su posibilidad de germinar, es la mayor riqueza que puede construir el ser humano. Por todo esto es una enorme satisfacción compartir mi trabajo con ustedes y sentir que con la música también resuena de algún modo, la voz del Pueblo Mapuche.

TRABAJO DE TESIS DE: AUGUSTO BRITTO

Trayectoria de un exiliado Mapuche instalado en Tarragona

Newen Tahiel, nacido con el nombre de Carlos Maza en Lautaro, sur de Chile, a finales de marzo de 1974, es un artista mapuche, músico y compositor, instalado en Tarragona desde 2007. Hijo de Norton Domingo Maza Ferreira, un miembro del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario) aprisionado por la dictadura militar chilena durante dos años, y de Lucrecia Rubillo Rivas, ambos chilenos. Newen Tahiel llega con sus padres a Francia como exiliado con apenas un año, a principio de 1975. En 1980, también por razones políticas, su familia se va a vivir a Cuba, dónde vive por más de treinta años. Con una trayectoria constantemente marcada por el exilio desde pequeño, Newen Tahiel vive cuestionándose sobre la condición del exiliado chileno en el mundo y expresando sus posiciones culturales, humanas y artísticas a través de su música.

Profesión: músico pianista y compositor, multi-instrumentista, cantautor y pedagogo. País: Chile, Lautaro

Nacimiento: 28 marzo de 1974 Lenguas habladas: español, francés Autor: Britto, Augusto

Tipo de fuente: investigación bibliográfica y entrevista con el autor (07.06.2023)

Primeros años, Chile y Francia

Newen Tahiel nace en Lautaro, en la región de la Araucania al sur de Chile, a 600km de Santiago. Su padre, militante de izquierda y miembro del MIR, es apresado como consecuencia del golpe de Estado de Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973. Cuando nace en marzo de 1974 su padre ya era preso político en Temuco. A principios de 1975, cuando Newen Tahiel tiene apenas un año, su familia se ve obligada a abandonar Chile y a vivir exiliados en Bordeaux, Francia, donde él vive cinco años con su padre, su madre y sus hermanos: Norton Maza , actualmente reconocido artista plástico chileno: www.nortonmaza.com y Tamara Maza , que nació en Bordeaux.

En Francia, él pasa cinco años felices, según su testimonio, y estos años los recuerda muy bien. Su padre y su madre forman un grupo musical en Bordeaux, que se llamó Lautaro, y ellos se reúnen para tocar en su casa. El grupo se presenta en encuentros de contexto solidario, para revivir la cultura chilena y unir a la gente exiliada o migrante de aquella región. En su casa, sus padres promueven también encuentros dónde la cultura es un elemento central, dónde se toca, se escucha y se habla de música y cultura chilena, de la actualidad chilena y latinoamericana, creando terreno para la formación de una identidad cultural que Newen Tahiel consolida en los años siguientes de su vida. Hay un trabajo por el mantenimiento de la identidad cultural latinoamericana por parte de los exiliados chilenos que viven en Bordeaux y que está presente en los encuentros adónde van sus padres. Durante estos años, convive con gente de culturas distintas.

Es en Francia con apenas cuatro años donde aprende los primeros acordes en la guitarra y dónde inicia su vida musical, escuchando los ensayos y actuaciones del grupo Lautaro fundado por sus padres y amigos. Así fue descubriendo el repertorio de canciones latinoamericanas que aprendía de a poco con la guitarra. Es en esta época que Newen Tahiel empieza a desarrollar un talento y una manera de expresarse que será su pasión y su trabajo para toda la vida.

Formación musical en Cuba

Algunos años después de llegar a Francia, su padre, Norton Domingo Maza, se va a Cuba para un proyecto del MIR en alianza con Cuba para “volver” a Chile. Allá, su padre empieza un entrenamiento militar para volver a su país en un intento de combatir la Junta Militar Chilena inspirado en el ejemplo del Che Guevara.

Newen Tahiel se va a vivir a Cuba con su madre y sus hermanos en 1980 apoyando la idea de regresar a Chile, reagrupados por el Proyecto Hogares, que reunió a todas las familias de chilenos dispuestos a organizarse para luchar contra la dictadura militar de Pinochet. Estas familias se instalan en un edificio que el gobierno cubano prepara para los combatientes chilenos, también conocido como “el edificio de los chilenos” en Alamar, al este de la Habana, donde viven unas doscientas personas. Su padre vuelve a Francia un año después de la llegada de Newen Tahiel y sus hermanos, pero ellos se quedan ahí en el edificio con su familia por doce años más. Durante este tiempo, él va a pasar dos veranos en Francia con su padre gracias a la ayuda del gobierno cubano.

A principio de los años 90, ya después del plebiscito y con la posibilidad para los exiliados de volver a Chile, Newen Tahiel es el único chileno que se queda a vivir en la isla. Él se siente muy bien en Cuba, “un país muy solidario”, que le acoge como “a un cubano más”, que le da poco en el sentido material pero mucho en el sentido humano, profesional, educativo, instructivo y formativo: recibe mucho incentivo. Todos los chilenos estudian allí y tienen una educación que jamás tendrían en Chile, según él. Tiene en la isla una infancia muy bonita e intensa, sana y fructífera, compartiendo la vida con los chilenos del edificio, los primos que nunca tuvo, y con mucha identificación con Cuba, los cubanos y la cultura cubana.

Según Newen Tahiel, hay muchas conversaciones sobre Chile en aquella época entre los chilenos, transmisión de cultura por los más viejos y charla sobre un país que muchos no conocen. Chile también está presente cuándo él es llamado de “el chileno” en la escuela, presente en la diferencia, porque se siente cubano en aquella época, pero nunca termina de serlo. En la adolescencia piensa que tampoco es chileno por entero, y estos cuestionamientos guían su trayectoria.

Empieza a tocar la guitarra y a cantar en su segunda escuela, una escuela donde quedaban internados los chilenos durante toda la semana que se llama: “Solidaridad con Chile”. Una mujer que trabaja en la limpieza en la escuela le escucha un día y pide permiso para llevarle fuera de la escuela, en un programa para niños en la televisión cubana. Hay ensayos todos los martes por la noche. Él toca siempre solo la guitarra hasta los ocho años. Entra en un conservatorio después de pasar una convocatoria. No hay plaza para la guitarra, solo para el piano, y es solo ahí que empieza con este instrumento. En el conservatorio Guillermo Tomás de Guanabacoa, comienza sus estudios de piano y de música clásica con la Maestra Juana Mora, allí estudia solamente con cubanos, y allí vive otro mundo diferente al de los chilenos. Guanabacoa es un pueblo de obreros, famoso por su tradición religiosa y musical, en la parte del fondo de la bahía de la Habana, donde están los barrios marginales, en el asentamiento africano más importante de la ciudad. Empieza a pasar su tiempo ahí, estudiando música en las clases del conservatorio y después en las calles, con los tambores, con la tradición musical afrocubana, con la música callejera.

Entra nuevamente en contacto con la música chilena en Cuba por casualidad: el Conservatorio Guillermo Tomas queda justo frente a La Casa de cultura de Guanabacoa, donde entra un día como chico juguetón que es, y donde tiene la oportunidad de hacer parte de un grupo de música latinoamericana llamado Moncadita, dirigido por Guillermo Milán. “Ahí estaba Chile”, dijo él. Entra en contacto con cosas que ya conoce, pero donde tiene la posibilidad de profundizar su conocimiento, participando en varios programas de televisión. Hace varios conciertos con este importante grupo infantil de aquellos años. Es una gran escuela para él, en el nivel popular, ya que no se trata de una formación formal. Aprende así en su infancia y adolescencia con la música cubana, chilena y latinoamericana, con la mezcla que hay en este grupo y en todo lo que aprende en el conservatorio y en las calles de Guanabacoa. Newen Tahiel empieza a componer desde los once años de manera constante y no para jamás, siguiendo hasta hoy con una producción prolija y variada. A los 15 años realiza en el Museo de Bellas Artes de la Habana su primer concierto a piano solo con su propia música, gracias al apoyo de su entonces profesor de piano Alberto Joya (reconocido pianista clásico).

Más tarde estudia en la Escuela Nacional de Arte   ENA de la Habana, donde encuentra estudiantes de toda la isla, lo que es para él otra gran experiencia formadora.

Con dieciséis años logra hacer una grabación en los estudios del ICAIC con su primer grupo, un quinteto formado por alumnos y profesores de la ENA en 1992. Él se va a Francia con diecisiete años por primera vez para hacer un concierto de piano solo llevando esta grabación en el bolsillo para enseñar a todo el mundo. El concierto es organizado cerca de Bordeaux por amigos de su padre y, para tal, ellos invitan a un productor que trabajaba con músicos y que puede ayudarle. Le gusta el concierto, pero no la grabación, y él propone a Newen Tahiel que grabe un demo y después un disco. En este disco, el primero de su discografía, con apenas 17 años, Chile está presente en sus composiciones, así como el exilio: de ahí se puede comprender que el álbum se llama “¿Dónde estoy?” y sirve como una respuesta de esta época para la cuestión del exilio para él.

Carrera musical

A partir de este primer viaje, con diecisiete años, Newen Tahiel empieza a viajar a Europa regularmente y llega a hacer tres o cuatro viajes por año para hacer conciertos, giras, participar de festivales y grabaciones.

Según él, Chile está siempre en sus composiciones, como lo testifica el título de su tercer disco que con solo 19 años grabo para la EMI y que se llama “Nostalgia”. Sin embargo, esto no quiere decir que se cierre para todo lo que escucha y le inspira y que no necesariamente es la música chilena, sino también la música cubana, latinoamericana, brasileña, el jazz, la música clásica, etc.

En sus viajes a Francia, ve la solidaridad y hermandad de los chilenos. Newen Tahiel dice que “cuando uno ayuda a los otros, uno está ayudando a sí mismo”, y ve en el apoyo dado por sus compañeros y compañeras chilenos una manera también de mantenerse ellos mismos sanos y fuertes frente a la situación del exilio. Él ve esta red de solidaridad como la familia que nunca tuvo cerca, y cita los vínculos fuertes con “tíos” y “primos” en su trayectoria.

Tal es el caso de Óscar Castro a quien conoce a través de su padre. Con Oscar Castro, artista dramaturgo chileno exiliado en París, se crea una gran conexión en París, así como con Anita Vallejo, su primera esposa y reconocida como compositora de música para teatro y canciones. En sus temporadas en París, se aloja en su casa, a veces solo, a veces acompañado de otros músicos, y siempre recibe mucho cariño, hospitalidad y amor de ellos. “Esta relación entre exiliados no se olvida nunca”, dice él, “uno valora más las conexiones en el exilio, las cuida más, uno aprecia más las relaciones humanas”. Tiene con ellos una relación de sobrino y tío, recibe de ellos un cariño familiar que ellos guardan y también quieren dar a familiares que no tuvieron cerca gracias al exilio, según Newen Tahiel. Tiene también un sentimiento de hermandad con los hijos de Óscar Castro, todos

hermanos de resistencia artística , ya que ellos son capaces también de fundar el Teatro El Duende y esto “son los valores humanos que nos unen: exilio y resistencia cultural”.

Hasta el momento en que se muda de Cuba para España en 2007, Newen Tahiel había fundado en Cuba con Mirza Sierra, su compañera, su sello propio LAUTARO para poder grabar su música. Mariposa (1997) es el primer disco bajo este sello al que luego siguieron otros, y en Tarragona, donde se encuentra su nueva casa, termina construyendo las instalaciones del LAUTARO Estudio. Actualmente son 34 discos, todos con su música que muestran la capacidad creativa de un mapuche trabajador de la cultura de gran sensibilidad que vivió exiliado en Francia, se formó en Cuba y actualmente desde Catalunya se expresa y se hace presente con su trabajo artístico. Cree que con el arte puede servir para sensibilizar otras personas a trabajar por un mundo más justo y humano. Según él, esto sería casi imposible de realizar en Chile. En este sentido el exilio de Newen Tahiel ha sido útil en alguna medida para la nación mapuche y chilena.

España,Catalunya

En 2007, Newen Tahiel se va a vivir en Tarragona, cerca de Barcelona, con su esposa, Mirza Sierra (guitarrista y bajista) y sus dos hijas, Camila (violinista) y Ana Carla (violonchelista). La decisión de partir se explica por la dura realidad cubana. “Existo gracias a Cuba. No sería quien soy si no hubiese vivido en la isla, crecido y estudiado allí”, dice. Sin embargo, hoy día no podría haber producido todo lo que está creando si se hubiese quedado en Cuba, y en la realización de su trabajo radica no solo su realización personal sino es fundamental que esto quede plasmado porque a partir de ahí, Newen proyecta su pensamiento, su compromiso artístico y social. De modo que su producción es su herramienta de lucha para decir y hacer lo que piensa en favor de sus valores que como ya sabemos, están estrechamente vinculados a una trayectoria como exiliado chileno. Newen Tahiel, no concibe un trabajo artístico que solo pretenda un reconocimiento personal y comercial, sino que cree profundamente en la belleza y en la superación del ser humano, lo cual es bien diferente a lo que muchas veces entendemos de los músicos, por esto es tan importante para Newen el poder garantizar una producción estable, un mecanismo con el cual pueda editar al menos un disco por año. En este terreno, en el mundo de la creación y del trabajo constante por la superación de sí mismo como artista y sobre todo como ser humano, radica la verdadera realización de su existencia, según él, lo que no quiere decir que se olvidó de la isla: sigue sintiéndose también como un cubano, según su testimonio, no perdió la identidad y está consciente de lo que Cuba representa en su vida. Según él, en España él desarrolla lo que Cuba le enseñó, no solo en el sentido humano, sino que también en el sentido cultural y ético.

Una vez más encontramos en esta manera de pensar y actuar, un estrecho vínculo con el exilio ya que: “del hecho de vernos obligados a dejar nuestro país natal, surge inconscientemente un sentido de futuro y justicia. Convencidos que con el tiempo la justicia terminará por llegar y reconstruirá el buen sentido de la vida. Este sentimiento ayuda a ser más llevadera el alma de los exiliados que nunca hubiesen querido vivir lejos de su tierra” según Newen.

“Esta percepción del destino a su vez, me hace hacer una música no comercial porque creo en el arte como una necesidad de expresión verdadera y no como mercancía, el arte no se hace para vender.” Por esto Newen publica un disco por año, porque se siente conectado con sus ancestros, libre del mercado y sin esperar otra cosa que no sea la aceptación y comprensión correcta de sus musas inspiradoras como parte y prueba de una conexión con el universo para así, poder con la metodología de su trabajo, darle el acabado que lleva cada pieza musical y dejarla plasmada en un disco, como un grito de libertad, independiente del reconocimiento que pueda llegar a tener ya que son valores humanos y artísticos los que prevalecen cuando se cree en la justicia del tiempo. Se suele decir que nadie es profeta en su tierra, pero Newen segura que: “nadie es profeta en su tiempo.”

Con el estallido social de 2019 en Chile, Newen Tahiel se siente impotente lejos de su país. En un momento, sintió que lo mataban a él también. Entonces, detiene todo y entra en el estudio para grabar un disco llamado “Canto por Chile”, una manera suya de luchar, de hacer lo que puede desde donde está, cuyo trabajo discográfico fue posible gracias a la colaboración de un “tío” exiliado uruguayo Carlos Páez, quien siempre se sensibilizó con la realidad chilena y, sin dudar, acudió al llamado de Newen Tahiel para hacer posible este “Canto por Chile” como una muestra más de la solidaridad entre los exiliados latinoamericanos.

Estar en Catalunya representa poder luchar por un mundo más humano, luchar por la causa mapuche, porque es el equivalente a luchar por todos los pueblos originarios que sufren injusticias similares, también estar en Tarragona le da la posibilidad de luchar por un Chile más justo y dignificar su paso por Cuba, madurando su trabajo con la influencia catalana y retribuyendo con talento a Tarragona, ciudad que le ha abierto los brazos. En ningún caso es un destino desvinculado de sus raíces, por el contrario, es el camino que ya de manera consciente ha escogido para defender su punto de vista acerca de la vida, la música, el mercado y la dignidad. Él tiene bien claro que ninguno de estos objetivos sería posible de realizar en un país como Chile.

Escuela de música Lautaro

En Cuba, vivían en una casa en el campo, en las afueras de la Habana, en un emblemático pueblo llamado Hershey. Allí, Mirza (su compañera y músico) y Newen Tahiel fundaron una escuela de música con unos sesenta niñas y niños de la comunidad. Enseñaban guitarra, flauta, tres, contrabajo, percusión y sobre todo crearon una coral muy bonita participando con dicho proyecto en un sin número de presentaciones en el país.

Este proyecto se hacía gratis, solo por el amor al pueblo y por desarrollar la cultura. Lo que nunca imaginaron que a su vez fue la base de lo que sería la futura escuela que fundaron al llegar a Tarragona.

Actualmente dicha escuela lleva el nombre de Lautaro, ciudad natal de Newen, una vez más para sentirse cerca de Chile, vinculándolo a todas sus actividades profesionales. En la escuela, trabajan mayormente música escrita por Newen Tahiel para los alumnos. Esencialmente, es un método de más de cien piezas para niños y jóvenes que ha titulado “La Edad de Oro”.

Estudio Lautaro

Desde el 1997 Newen Tahiel comprendió la necesidad de independizarse de las discográficas para depender de las mismas para garantizar la creación musical. Antes entrar en un estudio de grabación era muy costoso y editar era casi imposible. Los productores hacían de intermediarios, en muchos casos, con relaciones positivas con los artistas, pero en otros con tratos no muy claros en favor de los artistas. Cualquiera que fuera la situación no dejaban de ser productores que invertían y esperaban a cambio una compensación monetaria. Esto cuando se trata de música no comercial es un problema ya que no es un trabajo que sea propiamente rentable. En la mayoría de los casos se trabaja de manera consciente que es prácticamente imposible recuperar el costo de grabación, producción, edición y distribución de un disco. Sin embargo, el percibir la vida desde otro punto de vista hace posible que artistas como Newen Tahiel, crean en el Arte y en la justicia del tiempo que termina por valorar el trabajo de cada uno y ponerlo en su justo lugar, ya sea a través de un reconocimiento o el olvido, en ambos casos bien merecidos. Este desapego es una suerte que permite trabajar con toda franqueza y tranquilidad espiritual.

El primer disco producido por Newen fue en 1997 y desde entonces ha publicado muchos discos completamente independientes, aunque siempre alquilando otros estudios para grabar.

En el 2020 Newen Tahiel construye su propio estudio donde ya no tiene necesidad de alquilar. Construido con sus propias manos, el estudio cuenta con un gran piano de cola Kawaii y el material necesario para grabar. Desde entonces ha podido garantizar su manera de sentir y pensar a través de la música, ya que la libertad construida con no poco esfuerzo le permite avanzar con sus creaciones sin obstáculos de ningún intermediario. Para él, este estudio es un país imaginario hecho realidad con el nombre de Lautaro, su tierra natal.

NewenTahiel “La energía de los hombres libres”

Ya en la década de los años 2010, cuando trabajaba en la creación de sus 24 Preludios Mapuches para piano solo, inspirados en los preludios de Bach, Chopin, Debussy y Villa-Lobos, el entonces artista Carlos Maza decide utilizar un nuevo nombre artístico, Newen Tahiel, que en mapudungun, (lengua mapuche) significa: “Newen”, energía, y “Tahiel”, hombre libre, es decir: “La energía de los hombres libres”. Más que un nombre artístico es un nombre de lucha, de reivindicación de valores ancestrales que han sido violentados durante siglos por invasores extranjeros, haciendo de su trabajo artístico su forma de luchar por la liberación del wallmapu (territorio mapuche) y que deje de ser una zona militarizada por el gobierno chileno que defiende las empresas forestales y considera como terrorista a los mapuches que se rebelan contra tales injusticias. Para Newen Tahiel, su pueblo es su lucha y su música es su herramienta para forjar la paz y unir fuerza en favor de los pueblos originarios.

Hijo de padres de orígenes Mapuche, a Newen Tahiel siempre le conmovió la injusta realidad de los pueblos originarios de América. Con este cambio de nombre, él puede siempre hablar de ellos ya que, según él, todavía sigue siendo un tema delicado en la sociedad chilena y argentina ya que ha sido tergiversado durante décadas por los medios de comunicación. En su sitio web, él dice que los Mapuche “han querido ser exterminados por los conquistadores y por los gobiernos serviles al poder económico”, y con su arte él intenta hacer un homenaje a su pueblo, a sus orígenes, a sus valores, a su familia, a algo más grande que su existencia. Según él, al comentar sobre la manera como ha sido y es tratado este pueblo autóctono, “la identidad cultural es lo que primero se mata”, y da como ejemplo el prejuicio con los nombres Mapuche y con las tradiciones indígenas que han intentado “cristianizar” imponiendo, a través de chantajes para poder trabajar o tener derecho a una parcela u otros beneficios vitales para la subsistencia, el cambiar de nombre mapuche por nombres “cristianos”.

Mapuche significa: gente de la tierra. Son un pueblo pacífico que ha sabido resistir los embates de los siglos con una dignidad, con ética. Cuidan y protegen la naturaleza por lo cual se vuelven los enemigos de las trasnacionales forestales que no respetan ni cuidan nada a cambio de grandes cantidades de dinero que nunca va al desarrollo del pueblo mapuche sino a cuentas bancarias foráneas que no dudan en usar la fuerza contra los mapuches para defender sus intereses en tierra que no le pertenecen.

Durante toda su vida, Newen Tahiel siempre siguió de cerca la realidad de dónde nació, de Lautaro y de la nación Mapuche, “un pueblo que sufrió y sigue sufriendo muchas injusticias”. Antes de cambiar de nombre, al verse “suelto por el mundo”, tanto profesional como personalmente, se sentía en deuda con sus orígenes, y la decisión de hablar de esto también es porque siente que hay que tener un compromiso o un vínculo con algo mayor a si mismo ya que somos parte del universo y no el centro, un hombre sin conciencia es una pena. Los pueblos originarios necesitan de la solidaridad internacional para que se les respeten comenzando por pedir disculpas por tanta injusticia prolongada durante siglos, devolviéndole sus tierras y derechos a existir pacíficamente como pueblos muy inteligentes que lejos de maltratar la tierra, la cuidan con todo el respeto y la sabiduría. Newen se siente Mapuche, por eso, dice que “es importante que un Mapuche haga 24 Preludios para piano”, y utiliza su voz y su arte para hablar de algo más allá que su plan personal, para hablar por los que no están aquí, de los que no tienen voz, desde su tribuna, que es la música. Él añade que “cada cual hace de donde pueda, lo que pueda” por una causa justa para, “cuando llegue el fin del ciclo personal, tener la tranquilidad de haber sido consecuente con el pueblo es la mayor satisfacción que puede tener cualquier persona que se respete a sí misma”, asegura.

Newen Tahiel a partir de este momento habla de los Mapuche en festivales de jazz, en conciertos, en conservatorios y donde quiera que vaya, y comenta que la gente en su mayoría no conoce la realidad de este pueblo originario. Él siente que, de esta manera, contribuye desde donde está sin desconectarse de la realidad de su pueblo. Su decisión y su militancia “es un resultado de varias generaciones de gente que pensó en esto y que luchó por esto a partir de su arte”, y que con ello “se suma a una tradición de lucha”. Para tal, cita Atahualpa Yupanqui, Agustín Barrios Mangoré, Víctor Jara, Violeta Parra y tantas y tantos músicos que tomaron consciencia de su función como artistas que va más allá de su persona ya que también son representantes de pueblos originarios de América.

La cuestión del nombre Newen Tahiel crea, según él, un antes y un después en su vida, y viene para darle más sentido a su vida de exiliado. Siente que está, con este nombre y esta militancia, con sus hermanos (peñis), con su familia, que, aunque no conozca personalmente, está luchando con ellos desde donde está a partir de la música. Es, finalmente, un intento de hablar por los que no pudieron y no pueden hablar, y no pueden estudiar, un acto de responsabilidad con sus orígenes, una manera de hacer arte de manera responsable y desde entonces se siente acompañado por una fuerza mayor que le vuelve a su vez más exigente con su trabajo musical ya que asume una responsabilidad que le exige superación humana y profesional. Su lucha esta con el piano, con los discos y conciertos. El considera que para defender a los mapuches hay que tener moral haciendo lo que corresponde a cada cual de la mejor manera posible, al más alto nivel posible para poder hablar de igual a igual con los que se creen superiores y subestiman a los pueblos originarios.

El pueblo mapuche es muy espiritual y su mayor riqueza es el conocimiento que tienen de la naturaleza, de los seres humanos y del camino que te lleva a ser mejor persona. Los mapuches han creado su propia lengua que es el mapudungun, que por su contenido poético y filosófico debe ser considerado como parte de las más grandes escuelas de filosofía del mundo como la griega, la estoica o los budistas….

Reflexiones sobre el exilio

Para Newen Tahiel, “otras cosas justifican y explican los hechos, pero en su caso el exilio explica la mayor parte”. Una constante en su vida, la conciencia de ser exiliado sigue siendo algo que él desarrolla todavía. “Esto del exilio es una cosa que no caduca”, dice. Desde la memoria viva de los primeros años pasados en Francia, que él piensa tener una relación con el exilio y la necesidad de sobrevivir, hasta una conexión muy fuerte con su país de nacimiento mismo sin nunca haber vivido ahí después de su primero año de vida. La educación musical que le permitió ser el artista que es Newen Tahiel: la música cubana, las amistades que devienen la familia que nunca tuvo, su país, que nunca tuvo, que le fue retirado por el exilio, y que acabó por convertirse en un país tan real como imaginario, todas las cuestiones de la trayectoria de Newen Tahiel pasan por la cuestión del exilio.

En su entrevista, él habla como representante de una segunda generación de chilenos exiliados (una “generación de afortunados”), que tuvo oportunidades de enriquecimiento cultural y humano a partir de los hechos de las trayectorias de los exiliados de la primera generación. Dice que nunca se sintió completamente ubicado, por una desestructuración familiar también, la separación de sus padres, la ausencia de los familiares de sangre que se quedaron en Chile. Esta desubicación, sin embargo, puede ser también positiva, él dice, además que “el país de origen crece también con el exilio de sus ciudadanos”. Al hacer otras familias con los que están en la misma situación, uno cambia su manera de pensar, uno reconstruye una vida y se inventa un país que está lejos. Para los que tienen un contexto fértil para ello, como puede ser la de un artista como él, uno aprende a vivir con esta ausencia y la afirma como una presencia de algo nuevo. Se hace preguntas que no haría si no estuviera solo y lo transforma en poesía, en música, en arte…lo que crea otras maneras de contribuir para el país y la cultura de origen. Finalmente, dice él, pasando las penas, el exilio puede ser una mirada de oportunidades y descubrimientos.

Sobre la cuestión de ser un músico chileno sin haber jamás verdaderamente vivido en Chile, él dice que “uno no es más chileno por vivir en el país, lo que haces con relación a la cultura y a la tradición de Chile es que es lo importante”. Newen Tahiel nunca sintió que volver a Chile era una opción, y busca “encontrar sentido a la vida que le tocó vivir. En las pocas veces que estuvo en su país natal, se emocionó con lo que vio: las cordilleras, la naturaleza, los ríos, el mar. Pero también sintió que ya no era de allí ya que encontró una sociedad ahogada en el consumo, un país con poca o ninguna justicia social y completamente distanciada de la cosmovisión mapuche. Comprendió que su destino no era Chile sino el exilio y el arte comprometido por intentar mejorar las cosas. Recordó emocionado una vez más a las personas que conoció en Francia, Cuba y España durante su exilio, reconociéndola como su familia de exilio, la familia inventada por el destino.

Aunque haya tomado la decisión de no vivir en territorio chileno ya que nunca lo hizo, Newen Tahiel se siente tan chileno como cualquier otro coterráneo suyo. Su vida es dedicada a la cultura latinoamericana, a la música y a sus orígenes. Asumiendo el camino que el destino le reservó para sumarse a la construcción de un mundo más humano cuya ilusión el exilio nunca le ha podido quitar.

“Ser exiliado puede ser motivo de pena personal, pero puede ser también, una condición existencial que te compromete con la vida y el mejoramiento humano. Yo prefiero desarrollar la segunda posibilidad ya que con ella la tristeza personal se supera y se vuelve útil para luchar para que fenómenos como la migración forzada desaparezca para siempre”

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